viernes, 26 de noviembre de 2010

El periodista en el conflicto

Fragmento del libro "Territorio comanche" de Arturo Pérez Reverte:
La vida de los corresponsales de guerra está continuamente amenazada. Pueden ser blanco de un francotirador aburrido, tropezar con una granada de mortero, pisar una mina olvidada, encontrarse con una bala que aún no tenía destinatario o reventar haciendo una entrevista. Viven al límite, entre cadáveres y niños agonizantes; junto a ancianos olvidados por todos, pues lo único que se espera de ellos es que informen, que obtengan imágenes, cuanto más cruentas mejor, deprisa, siempre deprisa, para poder llegar a tiempo a los informativos de televisión, para ser los primeros en ofrecer la última ofensiva o la primera batalla..
Pero aun así, mucho de ellos vuelven una y otra vez, moviéndose por todo el globo en una procesión interminable al ritmo en que las guerras se desplazan por la Tierra. Viajeros incansables por tierras arrasadas, por ruinas humeantes, por culturas destruidas en aras de cualquier idea gloriosa.
Para un reportero en una guerra, territorio comanche es el lugar donde el instinto dice que pares el coche y des media vuelta; donde siempre parece a punto de anochecer y caminas pegado a las paredes, hacia los tiros que suenan a lo lejos, mientras escuchas el ruido de tus pasos sobre los cristales rotos. El suelo de las guerras está siempre cubierto de cristales rotos. Territorio comanche es allí donde los oyes crujir bajo tus botas y aunque no ves a nadie sabes que están ahí mirando. Donde no ves los fusiles pero donde los fusiles sí te ven a ti.

Con esa introducción a la rutina de un corresponsal de guerra pasamos a explicar precisamente a qué se enfrentan estas personas en su trabajo.

Cuando un periodista va a cubrir conflictos necesita una gran formación. Una formación mayor que la de cualquier otro colega de profesión porque su labor va a requerir más conocimientos además de los básicos que todos necesitan para desempeñar su labor informativa. Como afirma Alejandro Pizarroso en su libro Periodismo de Guerra,  «un corresponsal de guerra debe adquirir técnicas específicas que, unidas a la experiencia y la prudencia, eviten, en la medida de lo posible, los indudables y crecientes riesgos que corren». Y esto es así porque, como afirman los autores del libro, “en algunos conflictos recientes han muerto proporcionalmente más periodistas que soldados”.
Los periodistas deben aprender cómo funcionan los ejércitos y sus aparatos de censura para saber cómo obtener información de ellos y no creerse toda la propaganda que les ofrezcan.

La relación del corresponsal con sus compañeros de redacción también es importante porque una mala relación influye negativamente en la información que elabora el corresponsal.
La formación del periodista, tanto del corresponsal como la de sus compañeros, es fundamental. Los conocimientos de geografía, historia, ejércitos y armamento, supervivencia, etc. resultan imprescindibles para cubrir correctamente un conflicto. Esta formación hay que adquirirla antes de ir a una guerra pero es algo que no debe aparcarse sino que tiene que ser continua. Para esto los propios medios facilitan la formación de sus periodistas, como la agencia Reuter, que desde que hizo obligatoria la asistencia a un curso de supervivencia ha visto reducido notablemente el número de corresponsales muertos en conflictos.

Cuando se quiere dar a conocer un conflicto existen dos bandos. Los periodistas y los militares. Los primeros tratan de conocer cómo se mueven éstos y buscan maneras de perfeccionar el control de la información hasta el punto de que han sido censurados por las Fuerzas Armadas y los gobiernos. Y es que la información en una guerra o conflicto vale mucho y por tanto los militares tienen que aprender cómo funcionan los medios de comunicación y los periodistas para encontrar la forma de que no obtengan informaciones que resulten ventajosas para el enemigo o que deterioren su imagen ante la opinión pública.

Los medios utilizados para informar de una guerra son todos los que hay: la radio, la televisión, la prensa e internet. La historia ha dado evidencias de  la importancia que tuvieron y todavía tienen todos ellos porque han sido y son usados tanto por los aparatos de censura de los bandos enfrentados como por los periodistas. Cada medio ha marcado una guerra y una época. Así, la prensa fue el medio en cubrir estos acontecimientos en el siglo XIX. La radio dio sus primeros pasos como arma de guerra y como medio informativo con la Guerra Civil española, aunque el conflicto radiofónico por excelencia fue la Segunda Guerra Mundial. La primera guerra retransmitida por televisión fue la de Vietnam convirtiéndose en un incómodo invitado. Internet, por su parte, ha supuesto un cambio en la forma de elaborar la información y  de difundir la propaganda.

Cada medio aporta un punto de vista diferente de las guerras y conflictos porque al fin y al cabo, el medio es el mensaje. Mientras que la prensa, a falta de elementos tan vistosos como el sonido y las imágenes en movimiento, se ve obligada no sólo informar de lo último que ha pasado sino también a contextualizar a situar al lector, a analizar e investigar, la televisión se contenta con ofrecer imágenes en exclusiva de los desastres de la guerra. Un atentado en X causa la muerte de Y personas. Uno de los titulares más recurrentes y usados por todos los medios que en el caso de la radio suele acompañar declaraciones de testigos, víctimas o personas que juzgan lo ocurrido. Internet, un medio de ahora y el medio del futuro, aborda las guerras desde todos los puntos de vista. El medio más completo formado a partir de lo mejor de los otros y por tanto el sitio más completo del que conseguir información. 

Para concluir esta parte del programa recomendamos el libro que hemos citado anteriormente, Periodismo de guerra, ya que es un libro interesante para quienes estén interesados en las cuestiones teóricas y prácticas relacionadas con el periodismo bélico. Todo periodista que quiera trabajar en un conflicto bélico debería leerlo porque aunque no es un manual de supervivencia para corresponsales, sí es una buena obra para adquirir nociones mínimas además de valer como guía a la hora de buscar más información. Y sobre todo, servirá a todos los periodistas para tomar conciencia de su posición históricamente inferior frente a los militares por la falta de formación, conocimiento y análisis.

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